Mayor inversión para el sistema educativo español

Corea del Sur, Finlandia, Japón, Países Bajos, Reino Unido... Todos los sistemas educativos estatales que hoy son considerados como punteros o modélicos para el resto del globo se han desarrollado tras un potente intervencionismo político y económico por parte de los gobiernos.

 

Por su parte, es imposible obviar las cifras del rendimiento educativo español comparándolas con las de nuestros homólogos europeos, quienes presentan unas cifras de abandono mucho menores, y unas calificaciones más generosas. Esta realidad se debe, precisamente, por la ausencia de esos dos factores clave en el éxito de los países antedichos. Por un lado, las débiles e inconformes políticas educativas que se han dado en los últimos años, pues el bipartidismo político no permite la implantación de un modelo concreto y final. El otro gran problema es, sin duda, la baja inversión monetaria. Este asunto es el que nos competió al grupo 4. Llegamos a encontrar tres grandes frentes en los que atajar una mayor inversión:

 

  1. Profesorado: La base del sistema educativo. Es de carácter obligatorio invertir en los profesores de los centros, ya no tanto en aumentar la cifra de profesores que hay (que no sería tampoco una mala medida) sino invirtiendo para mejorar las técnicas educativas y conocimientos de los que ya están. Habría que abogar por una formación continua y regular a lo largo de la vida laboral del profesor. Por otra parte, también sería necesaria una evaluación de los mismos, un control de la impartición de las clases, para cerciorarse que, si bien se respete la libertad de cátedra, las técnicas empleadas en el aula son las correctas y actualizadas acorde a las necesidades y realidades actuales del alumnado y la sociedad.
  2. Centros docentes: Es el segundo peldaño en el sistema educativo. Si bien prima lo importante que es la gente que dé clase, también ayuda el espacio en el que se imparten dichas clases. Es necesaria una descentralización de los centros punteros en España, invirtiendo en la educación  de las autonomías para que estas erijan centros con una mayor equipación, con espacios destinados a la investigación científica y humanística, espacios con una dotación tecnológica suficiente y competente como para permitirse la innovación en el aula. Una mayor inversión en las infraestructuras de los centros, así como en las arcas de los propios centros, con el fin de poder garantizar a la población unas tasas de admisión verdaderamente públicas y asequibles al no tener que cobrar matrículas elevadas para estudiar.
  3. Educación no formal: Hemos visto que la clave del desarrollo académico no puede centrarse en los conocimientos enciclopédicos, en las asignaturas "estándar". Es necesario que los centros ofrezcan actividades "no habituales", actividades extraescolares o asignaturas innovadoras y atractivas que fomenten el desarrollo de competencias en el alumnado que solo podrán adquirirse a través de la experimentación directa con el medio. Y ya no solo por buscar nuevos métodos docentes, sino por inculcar en los estudiantes la idea de que pueden divertirse también en el centro, desentenderse y descansar.

 

Consideramos que estas son las mayores flaquezas que presenta el sistema educativo español, y que, si se invirtiera económicamente en ellas, la valoración internacional de nuestras escuelas y universidades y nuestro alumnado aumentaría considerablemente.

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