¡Buenas!

Me presento. Soy Guillermo Nieto Ruiz, aspirante a profesor de Ciencias Sociales. Vengo concretamente de hacer la carrera de Historia, y si bien me ha encantado y creo haber aprendido mucho, tanto de mis profesores como de mis compañeros y compañeras de clase, no he tenido muy claro cuál era mi objetivo tras acabar el grado.

 

De hecho, siempre he tenido las cosas muy claras hasta el momento de tomar una decisión. Cuando estaba en 2º-3º de la ESO, yo tenía clarísimo que quería irme a Madrid a estudiar INEF; soy de letras, y el estudiar un 4º de la ESO de ciencias me resultó mortal. Por ello, decidí meterme en un Bachillerato de Humanidades, pues las letras se me habían dado siempre mejor que los números, y siempre podía acabar optando a entrar en INEF, aún dándome panzadas de Biología, Anatomía y Química.

 

Fue con un profesor, Diego, cuando me decidí a abandonar toda esperanza en licenciarme en deportes y optar por la Historia. No es solo que se me diera más o menos bien, o me resultara sencillo; es que verdaderamente quería ir a clase. Sin embargo, esto no me ayudó a decidirme por la docencia, solo me ayudaría a coger una carrera.

 

Cuando entré por la Facultad de Filosofía y Letras tenía otra idea laboral en la cabeza: ser bombero. Me mola la idea, una profesión desde luego vocativa y entregada, pasional como cualquiera. No obstante, tras cuatro años de carrera y puro convencimiento de empezar a opositar para el cuerpo, me vuelvo a arrepentir. Me planté frente a la tesitura de hacer unas oposiciones difíciles, supercompetitivas y, con suerte, que den acceso a una profesión dura y arriesgada, o elegir otra opción.

 

Pues, efectivamente, me declino ahora por ser profe. La verdad es que no lo había pensado nunca, ni siquiera cuando el resto de mis compañeros en clase hablaban de querer coger a los alumnos de primero, porque son más pequeños, o a los de segundo de bachillerato, porque son los que menos guerra dan por la tensión que les genera la EBAU.

 

Aquello que me ayudó a decidir lo llevaba teniendo al lado desde los 10 años. Los scouts me han ayudado  a enseñar, y es que es, realmente, la experiencia más cercana a ser docente que he tenido en la vida. Llevo siendo monitor desde los 19 años. Primero me ocupé de los Lobatos, niños y niñas de entre 9 y 11 años. Luego estuve con los Escultas, una chavalada de adolescentes hormonados de entre 14 y 16 años, con la edad del pavo y los humos crecidos; me enamoré de un grupo de unos 23 chavales. Ser el responsable de esta gente es, sin duda, una de las experiencias más hermosas que he podido tener. Me mostré cercano con ellos, no como una estrategia de tutor, sino porque realmente quería estar con ellos. Es ser, para muchos de los chicos con los que trato, casi como un hermano mayor al que contar sus preocupaciones, pedir consejos o aguantarle dar un taller de orientación o cabuyería. Por supuesto que hay momentos complicados, pero por suerte se han podido resolver.

 

Llevo únicamente 2 años con estos chicos, 3 con el curso que entra, pero es increíble la evolución que todos presentan. Estoy muy contento de todos ellos, y me enorgullece mucho ver cómo, poco a poco, se convierten en personitas cada vez mayores, cada vez mejores.

 

Quiero seguir este camino que me he encontrado sin querer. Me gustaría dedicarme a seguir formando a la gente adolescente que tanta ayuda necesitan para la etapa en la que se encuentran. Me gustaría seguir siendo Scouter durante mucho tiempo; y, por qué no, me gustaría ser profe.

 

Un saludo.

 

- Guillermo -